Era una niña pero lo recuerdo perfectamente, mis hermanos y yo estábamos convencidos de que mi papá era un genio. No había absolutamente nada que le preguntáramos que el no supiera respondernos, y que conste, que no se lo inventaba, en realidad sabía, y lo explicaba todo hasta con referencias. Hoy todavía cuando alguna duda me surge y quiero  saber algo antes de acudir a google, primero llamo a mi papa.

Todos siempre han dicho que soy su hija consentida y me siento tan orgullosa de serlo. Porque realmente adoro a mi papa. Creo que todos o la mayoría queremos a nuestros papás y sentimos admiración por ellos, pero en mi caso creo que la mayoría de las personas que lo conocen coincidirán conmigo que es un ser excepcional, que se hace querer.

Hoy en el almuerzo del día de los padres mi hermano le regaló un libro, con una dedicatoria hermosa que creo que debería publicar en su blog. Le decía, y coincido completamente con él, que todas las cosas que el nos ha regalado a lo largo de nuestra vida, no han sido precisamente materiales, nos ha enseñado con su ejemplo a ser personas de bien, honestas, trabajadoras, honradas, en mi caso me enseño a ser organizada, metódica y de él aprendí que hay mayor dicha en amar y dar que en recibir.

Descubrí el hombre maravilloso que era mi papa cuando tenia tal vez 11-12 años, comenzada esa etapa de adolescente en que nuestra cabeza no sabe cual es el rumbo que debe tomar, y me sentía sola, mi mama no era alguien con quien podía conversar y no me animaba a hablar tampoco con él. Recuerdo que papi llegaba al medio día, colocaba su maletín en la oficina y después de comer dormía una siesta para salir de nuevo a trabajar. Aproveche ese intervalo de tiempo y con cuidado deposite la carta en el maletín, porque quería que el la encontrara cuando regresara a la oficina en la tarde.

Y así fue… cuando se acercaba la noche mi nerviosismo iba en aumento hasta que lo escuche llegar. Recuerdo que dijo que iba a casa de la Tía Josefita y que yo iría con él, cuando mi hermana dijo que ella también iba, el dijo: “No, yo solo invite a Carolina”. En esa conversación solo él hablo, me dijo que había leído mi carta y que se había sentido frustrado como padre, porque él nunca había podido conversar con su papa y él se había prometido a si mismo, que cuando tuviera sus hijos no repetiría esa historia. Sólo quería que yo supiera que él estaba allí, que me quería y que podía contar con él siempre.

Hace casi 33 años de aquel incidente, y solo sé que, a partir de se momento, en todas las situaciones de mi vida, él siempre ha estado allí. En las alegrías y en las penas, en la salud, y en la enfermedad, y en todos y cada uno de los momentos de mi vida. Siempre que estoy triste o alegre, la primera persona en la que pienso para compartir es mi papa. Sigue siendo mi genio, el intelectual que todo lo sabe, el papa paciente que todo lo perdona y todo lo acepta. Siempre digo que ya se gano su pedacito de espacio en el cielo, porque es un hombre realmente bueno.

Se que todos pensaran que lo que escribo, no es muy distinto de lo que muchos pueden pensar de su papa, si es así, me alegro. Pero hoy simplemente escribo para él. No esta enfermo, gracias a Dios aún tiene salud, pero solo quiero decirle hoy y cada día hasta que pueda, que lo quiero profundamente y cuanto le agradezco, a Dios por haberlo elegido como mi papá, y a él todo lo que me ha enseñado y ha hecho por mi.