“Debemos reconocer que uno puede tener mucha claridad de ideas, un criterio firme y bien formado para valorar y analizar la realidad, y toda la coherencia del mundo, pero eso no significa que poseamos la única y absoluta verdad” Contemplaciones en papel. Oraizola
La mayoría de las veces nos cuesta aceptar que podemos estar equivocados en nuestro punto de vista. Discutimos sobre un tema con alguien y esa persona plantea su posición y cada uno piensa que su versión de la realidad es la cierta y que el otro siempre está equivocado.
Por principio siempre escucho empáticamente la posición de los demás y trato de entender su punto de vista, aunque en ocasiones no las comparta. Pero no sé porque, me molesta tanto cuando los demás critican mi país, debo reconocer que en esas ocasiones me coloco en una posición un poco intransigente.
Hace unos días estaba de viaje. Cuando llegue a España, desde el momento en que bajé del avión y tuve que recorrer medio aeropuerto, pasar migración, tomar un tren por el cual tuve que esperar más de 15 min, transcurrieron aproximadamente 45 min, entonces llegue al punto donde debía recoger la maleta, y aun tuve que esperar 10 min más. Estimo que si hubiera estado frente a las correas por donde llegaban las maletas, desde que bajé del avión, probablemente hubiera tenido que esperar casi una hora. Cuando vine de regreso a Santo Domingo, evidentemente el aeropuerto es pequeño, en minutos había atravesado el aeropuerto y migración y estaba frente a la correa donde recoger las maletas y junto a mi, los dominicanos que viven en España y que vienen de vacaciones, inmediatamente comenzaron a quejarse de que la maleta tardaba mucho en salir y que este país era una porquería, y que no hay luz, y los mosquitos, etc, y en un momento dado, no me pude aguantar y en voz alta dije: “Si les molesta tanto el país a que vienen y no se quedan en su segunda tierra que eligieron!!!”. No tengo que decir que algunas personas me miraron como si estuviera loca.
Podría citar muchas historias de este tipo, pero entonces solo voy a redundar. El hecho es que creo que uno debe aprender a vivir y a valorar la realidad en la que a uno le toca vivir. Cuando estaba adolescente un día mi papa me regaló una imagen de Snopy sobre un árbol que decía: “Ahí donde Dios me ha puesto debo florecer”. Y sé que muchas personas pensaran que digo esto porque estoy bien, y eso me molesta todavía más porque, donde estoy ahora creo que me lo he ganado a golpe de trabajo y sacrificio y yo también en su día tuve necesidades.
Yo respeto a todo el que decida inmigrar a otro país, soy solidaria y soy de las que cree que debemos acoger al inmigrante que se va de su país en busca de un mejor futuro; al haitiano, al español, al venezolano, al colombiano y a cualquiera. Pero lo que me niego a aceptar es que uno se pase los días criticando el suelo en el que le ha tocado vivir. Lo que nos corresponde es tratar de transcurrir por la vida intentando dejar una huella y en lugar de criticar, desde mi lugar y mi trabajo tratar de hacer del nuestro un país mejor.
Sé que hay muchas cosas que deben cambiar y mejorar en nuestro país, pero también en los otros países se adolece de muchas de nuestros problemas o de otros peores y yo me niego a ver la vida solo del lado pesimista. Cuando alguien de fuera me pregunta ¿Cómo está República Dominicana? Mi respuesta es estamos mejor que hace 10 años, pero aún nos falta mucho por hacer: hay corrupción, falta mucho en temas de educación, salud, justicia, leyes, pero sin lugar a dudas en muchas cosas hemos mejorado y yo sigo creyendo que si se puede hacer algo.
Hoy tal vez es un buen momento para pensar en nuestro país, probablemente muchos estemos en la seguridad de nuestro hogar, pero, cuántas personas están en refugios con la incertidumbre de haber perdido lo poco que tenían. Pasemos del pensamiento a la acción y veamos qué podemos hacer para ayudar. Por mi parte seguiré defendiendo mi tierra como siempre lo he hecho, con pasión y amor, porque sigo creyendo que «Puedo florecer aquí donde Dios me puso»
Un concepto muy bien elaborado.
Ademas, la expression de un sentimiento valido que comparto igualmente al ser emigrante veterano ya jubilado.
Cuando regreso de visita a mi pais natal escucho criticas similares de otros compatriotas, quizas todo debido a su inmadurez.