Llegamos a casa en medio del llanto de Fer porque había perdido su armónica, no sabíamos que nos esperaba en casa una tristeza mayor, nuestro Bongo estaba en crisis con un cáncer que le habíamos detectado unos meses atrás. Sabíamos que este día llegaría, pero que triste fue de repente saber que había llegado. Hace una mes que le habíamos hecho un chequeo de rutina, estaba tan bien que pensé que estaría con nosotros un rato mas.
Ayer cuando llegó a mi cuarto sus ojos eran tristes y se me acurruco en mis piernas en busca de cariño, me senti tan impotente. Decidí llevarlo donde mi prima para sedarlo, sabia que estaba sufriendo y quería que pasara la noche tranquila hasta el día de hoy en el que debíamos tomar la decisión de ponerlo a dormir. A las 12:30 de la mañana desperté y me fui al cuarto de mi hijo, donde estaba durmiendo, lo vele como haría con cualquiera de mis hijos.
Llego a casa hace 11 años una verano del año 1999, tenia mas tiempo en casa que Fer, se que era un perro pero era como un hijo.
Hacia ya unos meses que dormía con Guillermo Emilio en la cama, pero cuando me sentía levantar, se tiraba y se paraba en la puerta para que lo dejara salir, yo le abría la puerta y bajaba conmigo a acompañarme a tomar un café. Después que me quede sola, fue la única compañía cuando mis hijos no estaban en casa, se echaba a mis pies en la habitación y se dormía.
Desde que llegamos a la casa nueva había logrado reivindicaciones laborales importantes, del patio, paso a dormir el la cocina, luego en el estar, luego en el mueble y por ultimo en la cama de Guillermo.
Era nuestro perro loco, comía manzanas y desde que destapábamos una lata de salchicha, no importaba en que parte de la casa estuviera salía corriendo a velar la salchicha, nunca logre comprender como se daba cuenta.
Cuando hacia algo y yo lo reprendía me contestaba igual que un adolescentes, yo seguía peleándole solo para escucharlo reclamar, era increíble no se porque nunca lo grabe. Aunque me enojaba con el porque le fascinaba ir a mi baño y dejar su gracia, al llegar a casa era el único que bajaba corriendo las escaleras y me esperaba en la puerta de la casa. Si quería agua, comida o salir al patio se paraba en la puerta de la habitación y hacia ladridos en clave morse: guau… y paraba…. Guau… y volvía a parar, hasta que me despertaba y me hacia bajar a abrir la puerta del patio.
Su sueño no cumplido era atrapar el gato que cada noche se metía en nuestra casa, le tenia rabia porque el gato botaba el basurero y nosotros le echábamos la culpa a él.
Sus mejores momentos eran cuando le abríamos la puerta y salía a incursionar por el parqueo y hacia su gracia en la columna de las casas del residencial.
Temía a los truenos y a la lluvia, pero descubrió que en la cama de Guillermo Emilio no caían y allí se iba a refugiar de la lluvia. Su adoración era su dueño, se entristecía cuando no estaba, ese dueño que no le importaba pasar dos días con Alergias por dormir con el, que no le importaba que le llenara de pelos el abrigo negro y la cama, que a todo lo que tenia le puso Bongo, hasta su cuenta de correos electrónico, y todo el amor que tenia lo volcó sobre su Bongo. Se que era su compañero de infortunios, el compañero de “El caminante” y se cuanto le duele haberlo perdido.
Por años dije que no lo quería, por su ladrido y porque durante 11 años no pude volver a dormir en una noche de lluvia, porque era un irreverente que no le importaba comerse una tabla completa de quesos y jamones mientras despedíamos la visita, o subirse en la mesa y robar la comida de cualquiera. Pero hoy cuando me tuve que despedir de el, cuando tuve que decirle adiós, comprendí que era mentira y cuanto lo quería!!!!
El es Bongo, nuestro amigo fiel y noble, alegre, que compartió con nosotros, las alegrías y las penas y que siempre vivirá en nuestros corazones.
Finalmente… Tomo prestadas las palabras de Luis Sepúlveda: “Aquí yace el mas noble y alegre de los perros, escuchadle aullar bajo la lluvia” Te queremos Bongo, descansa en paz!!!!!
Lo siento Carolina por la perdida de Bongo tan lindo dale besos a tus hijos
Esa es la razón por la que he decidido no tener un perro… Crecen y se le meten a uno debajo de la piel y termina uno a veces queriéndolos mas que a muchas personas…
Que tristeza hermana mía, que dolor el que se siente ante la perdida de un ser querido…
Por favor, remite mis mas sinceras condolencias a tus hijos…
Lo siento mucho, Caró.
El texto te quedó precioso y me hiciste llorar.
Imagino cómo estará Guiilermo Emilio.
Nada… la muerte es el precio de haber vivido, y se paga a la salida.
Que vivan los momentos felices que les hizo disfrutar.
Como digo siempre todo en la vida es Gracia. Todo es un préstamo de Dios para disfrutarlo, para aprender de ello, para acercarnos a El. El problema radica cuando viene la factura o cuando simplemente nos lo pide de regreso. Yo soy de los que siempre me resisto a devolver, aunque termine cediendo, aunque se que no me pertenecen. Leer tus palabras me traen recuerdos de mi infancia, de Laika, y re-descubro la belleza de Dios en cada detalle, en cada ser viviente, porque de cada uno de ellos, si nos fijamos bien, aprendemos de ellos a ser como El.
Un abrazo fuerte a todos en especial a Guillermo Emilio.
Carolina,
Muy emotivo el relato, las mascotas llegan a formar parte del circulo familiar, por ende nuestra caracteristica de sentir la partida de los mismos.
Por coincidencia descubri esta pagina debido a nuestro apellido Mueses, estoy curioso por saber la relacion parentezca que existe ( si acaso alguna). Agradeceria alguna informacion al respecto. Soy nacido en Ecuador, radicado en Ontario Canada, de abuelos Colombianos. marcomueses@yahoo.ca