El fin de semana estaba en casa de mis padres. Mi hermano vive en un apartamento encima de ellos y mi madre se quejaba de que lo había estado llamando por telefono y que él no respondio, a pesar de que ella sabia que él estaba en la casa.

Mi hermano se pronuncio con un discurso en el cual acuso al teléfono de ser un «objeto impune». Decía mi hermano, que si dos personas estaban en una oficina conversando y alguien entraba y se daba cuenta que interrumpía, simplemente pedía excusas y cerraba la puerta y salia, pero «el teléfono» no le importaba nada, simplemente comenzaba a sonar e interrumpía impunemente. De tal forma que él había decidido que en teléfono no le iba a perturbar su vida, y por lo tanto si el estaba haciendo algo que necesitaba concentración o que no le interrumpieran, no permitía que el teléfono lo molestara.

He pensado mucho en esta reflexión de Memo, que en realidad es muy cierta. Ahora a los teléfonos se ha agregado el teléfono que tiene conexión a internet y si no nos molestan con una llamada, el celular vibra y es un mensaje que te ha llegado. Nos hemos convertido en esclavos de este aparato.

Esta mañana volvio a mi mente la perorata de Memo del domingo, cuando leia el libro de Esther de Waal: «Conviene prestar atención a los artistas, poetas y escritores pues ellos siempre han sabido que el silencio constituye un elemento vital en su labor creativa. A cierto nievl tambien yo lo sé. No obstante, siempre me ha parecido tremendamente dificil evadirme de las ocupaciones, las distracciones y el ajetreo continuo a fin de conservar la calma y generar tranquilidad a mi alrededor al menos un tiempo razonable»

Guillermo, mi hermano es un artista, y en la reflexion de Esther he encontrado la razón de su enojo hacia el teléfono, es el objeto que no le permite mantener el silencio vital para su labor creativa. Como dice Esther, no soy artista, pero yo tambien siendo esa necesidad de estar en calma y en silencio y evadir las preocupaciones y distracciones al menos por un momento a fin de escuchar la voz de mi corazón y descubrir cual es el camino que me toca tomar ahora.

Definitivamente, seguire el ejemplo de Memo, y de ahora en adelante el teléfono timbrará hasta reventar si eso interrumpe un momento en el que necesito silencio.