No a la guerra


Hace mucho que no escribo en el blog, tal vez falta de inspiración. Hace días que estoy profundamente triste, uno no podía imaginar que la estupidez de los hombres fuera tan grande y que no hemos salido bien de una pandemia cuando a alguien se le iba a ocurrir iniciar una guerra. Lastima que la inspiración llegue por una circunstancia tan desgraciada.

Anoche pensaba en la fé, en estos momentos uno siente que se tambalea. He leído muchas historias de la gente que estuvo en los campos de concentración durante la segunda guerra mundial, muchos perdieron la fé, pero hay otros que al contrario, encontraron fortaleza en su situación. No sé si mi fé es muy pobre y me da por exclamar: «Creo Señor, pero aumenta mi fé». 

Pienso en cuántas personas, antes que yo, en muchas guerras anteriores, al descampado, toda una noche mirando las estrellas, habrán levantado los ojos al cielo y con una oración habrán pedido a Dios la paz y tal vez demasiadas mañanas habrán amanecido antes de que la ansiada paz llegara. Ellos, tal vez, ¿habrán dejado de creer en Dios? porque, por más que pidieron la paz en sus oraciones, esta solo llegó cuando la estupidez de los hombres llegó a sus límites. 

Hoy una vez más cada noche muchos pedimos por «La Paz del mundo» una paz que nueva vez depende del orgullo y la prepotencia de algunos que se creen dioses. Pero en verdad ¿Dios puede traer la paz del mundo si los hombres no estamos dispuestos a trabajar por ella?

Una frase de un poema de Benjamín llega hoy a mi: «Nosotros también somos ciegos, parcialmente torpes, desconcertados y andamos solos y perdidos»… hay una guerra allá afuera, gente inocente que se muere, que tiene que huir de su casa, de su tierra, de su vida; gente que se quedó varada en medio de unas vacaciones en un país extraño, lejos del resto de su familia, con la incertidumbre de no saber de ellos, en un país que ni siquiera habla su misma lengua ni tiene su misma cultura; gente valiente que está dispuesta a luchar hasta las últimas consecuencias, pero lamentablemente tambien, gente estúpida que está dispuesta a matar como si la vida no valiera nada… como si «un pedazo de tierra o una bandera» o los intereses económicos, políticos o cuales sean las razones valieran más que una vida. 

Pero lo peor de todo es sentirme impotente; estar triste, enojarme o quejarme no resuelve nada y parece como si fuera lo único que estuviera en mis manos hacer… o escribir para unirme a los que protestan y decir: NO A LA GUERRA, QUEREMOS PAZ. aunque mi grito sea una voz más que clama en el desierto y que al final nadie vaya a hacerle caso.

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