Sale a hacer su caminata matutina. Son las 5:30 de la mañana, se encontraba distraída buscando una canción en su ipod y cuando levantó la cabeza se da un susto mayúsculo al encontrarse de frente con aquel hombre: más bien bajo, bien vestido pero algo desgarbado, y que le sonreía.
Ella da unos pasos hacia atrás y hace un gesto de haberse asustado. Entonces el comienza a hablarle en algún idioma que no logra entender en principio, luego se da cuenta de que es portugués:
— Perdoe, não entre em pânico. Eu só sou um cidadão português perdido. Eu estava com una chica num motel e ela roubar-me minha carteira e deixe-me no motel. Eu tenho que ir para meu hotel. Eu estou no hotel Santo Domingo, pode-me dizer como eu posso chegar? A que distancia esta?
Aun no se repone del susto y apenas puede contestar, no entiende bien lo que esta diciendo y lo escucha agregar:
— Por favor ayude-me
Trata de calmarse y lo mira dudosa, tiene un fuerte olor a alcohol, por lo que asume que está bebido, Lo escucha explicarle nuevamente su situación esta vez tratando de intercalar palabras en español, pero el estado de embriaguez que tienen solo le permite hablar en su idioma. Entonces decide responderle.
— Mire el hotel esta como a cuatro cuadras.
— Quatro que? eu não compreendo o que e “cuadras”. Pode-me dizer milhas?
— No sé — le contesto y trato de pensar en cuantos kilómetros son, pero no me animo a decir un número y entonces se me ocurre decirle el tiempo — mire son como 15 a 20 min de aquí.
— Que!!! — exclama sorprendido, algo desesperado — quinze minutos, o meu deus, quinze minutos.
— Lo siento — le responde y se aleja rápido.
Al alejarse piensa en muchas cosas, en muchas realidades: prostitución… extranjeros buscando aventuras… necesidades… miedo… asaltos… rateros… Realidades que están tan lejos de ella, pero al mismo tiempo tan cerca.