Hoy amanecí revolucionaria… porque pienso que en algunos momentos de nuestra vida creemos en algunas cosas y a medida que pasa el tiempo vamos claudicando… tratamos de justificar el cambio de pensamiento, pero simplemente lo vamos acomodando a nuestra vida actual y con lo que nos sentimos mas confortable y no nos pone a pasar trabajo.
Pensaba en los politicos de mi país, que durante la época de campaña nos llenan con sus promesas de turno y luego al llegar el momento las acomodan a sus intereses personales y a sus realidades… ¿realmente los que quieren estar en el poder lo hacen para ayudar a los mas necesitados? ¿o simplemente lo hacen por tener poder?
Pues esta mañana me vino a la mente una canción de Silvio Rodriguez. Cuando salio yo me encontraba en mi epoca de universitaria de la UASD con ese espíritu revolucionario y con deseos de hacer algo por que el mundo fuera mejor, y que las diferencias entre las clases se acortaran. Por supuesto para esa época no tenía nada era una estudiante sin experiencia que creia que podía llevarme el mundo por delante. Estaba de acuerdo con Silvio, en aquello de que era muy fácil hablar, condenar, lanzar consignas cuando tenemos todo resuelto en nuestra vida, porque al final yo no tenía nada que perder.
Con el correr de los años uno va adquiriendo cosas: una casa, una carro «para estar mas cómodo», tenemos nuestros hijos, y «quisiéramos tener dinero para su educación…» y entonces la canción de Silvio se vuelve contra nosotros… porque ahora no es tan fácil condenar lanzar, consignas sin que al mismo tiempo nos estemos criticando a nosotros mismos.
Cuando vivimos en un mundo donde las apariencias son mas importantes que los principios… No es tan fácil estar de acuerdo con Silvio.
Pero hoy me siento revolucionaria… y quiero al menos por el día de hoy creer que estoy de acuerdo con Silvio Rodriguez y creerme que los mas necesitados son de verdad importante en este mundo, y creerme que estoy dispuesta a renunciar a ciertas cosas para que haya menos desigualdades en este mundo.
Desde una mesa repleta
cualquiera decide aplaudir
la caravana en harapos
de todos los pobres
desde un mantel importado
y un vino añejado
se lucha muy bien
desde una casa gigante
y un auto elegante
se sufre también
en un amable festín
se suele ver combatir.
Si fácil es abusar
mas fácil es condenar
y hacer papeles para la historia
para que te haga un lugar.
Que fácil es escribir
algo que invita a la acción
contra tiranos, contra asesinos
contra la luz o el poder divino
siempre al alcance
de la vidriera y el comedor.
Viva el harapo señor
y la mesa sin mantel
viva el que huela a callejuela
a palabrota y taller.