La mayoría de las mujeres al casarnos tenemos la ilusión de tener nuestro primer hijo. No me casé tan joven, y aunque era un poco apresurado al año de casarnos Luis Henry y yo decidimos que queríamos tener un hijo. Al poco tiempo de tomar la decisión supe que estaba embarazada y fui feliz. Siempre digo que Guillermo Emilio es el hijo de la ilusión que tiene toda madre de probar su maternidad.
Después que nació me di cuenta que el asunto no era tan fácil como pensaba, las malas noches que hay que pasar y ese proceso de aprender a ser mamá en el camino era para mi desesperante. Guillermo era uno de “esos locos bajitos que menciona Serrat, que se incorporaba con los ojos abiertos de par en par sin respeto al horario y a las costumbres”. Aun recuerdo las noches en Chile en medio del frio cuando se despertaba, había que darle la leche: “con el frio quitao”, así que tenia que levantarme, encender la estufa, quitarle el frio de la nevera y esperar que se la tomara y luego intentar volver a dormir.
Guillermo siempre fue un niño grande, de tamaño y con sus actitudes y conversaciones, la razón fue que se crió entre adultos. Fue el primer hijo y primer nieto por muchos años, vivió en Chile entre 4 adultos y siempre todos se asombraban con sus salidas y conversaciones. A veces creo que dejó de ser un niño demasiado pronto.
Fue el rey de la casa durante 7 años y la llegada de Fernando provocó una crisis en su vida, el no entendía porque de repente ahora llegaba ese intruso a quitarle su reinado. Fueron años difíciles y finalmente volvió a su camino cuando lo saqué de Escuela Nueva y entró a La Salle. Sus amigos con los que el comparte ahora no saben lo difícil que fue para él adaptarse a la Salle.
Fue un estudiante bueno, porque así lo quiso, no quería esforzarse más de lo que era necesario y yo me enojaba, pero al final acepté su forma. Aunque no fue un estudiante excelente, brilló en el colegio por su capacidad de romper esquemas, terminó siendo uno de los pocos estudiantes que tomaba sus clases a computadoras, y el día de su graduación subió a buscar su titulo con su cámara en la mano y el pelo a nivel de los hombros porque juro que no se lo cortaría hasta el día de saliera del colegio.
No quiero contar la corta historia de Guillermo Emilio porque no voy a aburrirlos. Solo quiero decirle a él que estoy profundamente orgullosa de lo que ha hecho con su vida hasta ahora. Es el chico que toda madre quisiera tener, es responsable, disciplinado, centrado, tiene claro lo que quiere en su vida y se que llegara muy lejos.
Hace un par de semanas cuando vino a decirme que de verdad se iba, me puse muy triste, llore durante varios días y mis amigos me preguntaban que porque lloraba, él va estar bien decían, y yo pensaba: “la que no va a estar bien soy yo” pero hace unos días me senté en mi escritorio y pensé: “el va a estar bien y yo también voy a estar bien, porque el va a hacer lo que quiere y va a ser feliz”
Dios nos presta los hijos por unos años, para que los criemos, los cuidemos y le enseñemos el camino. Termino estas palabras tomando prestadas las de Joan Manuel Serrat:
“ Al final ellos cargan con nuestros Dioses y nuestro idioma,
nuestros rencores y nuestro porvenir,
por eso nos parece que son de goma y que les bastan nuestros cuentos par dormir,
nos empeñamos en dirigir sus vidas sin saber el oficio y sin vocación,
y les vamos transmitiendo nuestras frustraciones con la leche templada y en cada canción.
Nada ni nadie puede impedir que sufran, que las agujas avancen en el reloj, que decidan por ellos que se equivoquen, que crezcan y que un día nos digan adiós”
Hoy solo puedo decirte adiós Pichón, te quiero infinitamente, se que llegaras muy lejos y yo voy a estar siempre aquí para cuando me necesites, seguirás siendo por siempre el Hijo de la Ilusión.
Aqui leyendo tus palabras dejo escapar una lagrima acompañada de los truenos de la tarde que confirman cada palabra. Y si, estaran bien los dos.
Un abrazo prima,
Asi es Ingrid, se que estaremos bien los dos!!
Yo ya pasé por eso. Primero Carolina se fue a Guatemala a hacer su Maestría y luego se volvió a ir, esta vez para Chile. A continuación se fue Auristela a Puerto Rico a hacer su Maestría, por allá se casó y echó raíces en otras latitudes y finalmente, Eduardo también se fue en busca como dijo el poeta «de otros pueblos, otras gentes, de manera diferente de pensar». Si, es cierto, Dios solo nos presta los hijos por unos años.
Lo que se impone es recordar la famosa canción estudiantíl «gaudeamus igitur» que dice «regocijémonos mientras seamos jóvenes» y cambiándola un poco decir «recocijémosnos mientras estén a nuestro lado» y confiemos en que, una vez se separen de nuestro lado y ellos elijan el camino que quieren seguir, tomen el camino correcto.
Creo que ese será el caso de Guillermo Emilio.
¡Ah, los hijos! Parece que tú y yo estamos medio conectados el día de hoy. Te comparto este post que escribí sobre mi «hijo de la ilusión».
http://postreravillum.wordpress.com/2013/09/30/sebas-el-bajo-y-el-derecho-a-sonar/
Abrazo.
Le deseo lo mejor a Guillermo Emilio! Felicidades por los logros alcanzado en su corta edad! Que Dios lo siga bendiciendo y lo cuide!. Y tu Caro estaras super bien! Te entiendo perfectamente, tambien la mia hizo su vida y se va a mudar con su familia! ya le toco su tiempo! Todos nos fuimos! Es ley de vida, no nos queda de otra que aceptar! un beso!
Lindo Carolina, y es excelente que lo compartas!