Hoy es 24 de junio, día de San Juan Bautista, en otros tiempos se decía que comenzaba el solsticio de verano.
Un día como hoy nació mi abuela María, y desde hace días ando con ella en la cabeza. Esta mañana me levanté temprano y fui a ponerle una misa, ella era una mujer muy beata y sé que hoy se habrá puesto contenta de que le ofreciera una misa.
Abuelita era una matrona alrededor de la cual se congregaron 5 hijos y más de 20 nietos. Cada sábado nos reuníamos en su casa íbamos llegando familia a familia y al final de la tarde aquello parecía una fiesta que se repetía semana tras semana. Los chicos lo pasábamos divino, inventando toda clase de juegos, no había internet y nos divertíamos compartiendo con los demás, ¡cuanto añoro esos tiempos! ahora los chicos se divierten cada uno con un juego de video en la mano y ni se enteran de lo que hace el compañero.
Abuelita María como le decíamos todos preparaba unas grandes cenas para todos, no sé como se hacía para cocinar para tanta gente y además hacerlo cada semana. Cada sábado, cada cumpleaños, cada día de las madres, cada navidad y año viejo y reyes la cita era obligada en su casa.
Pasaron los años y cada uno de nosotros fue creciendo y haciendo su vida personal y muchos dejaron de ir donde ella, eso la entristecía. En mi caso debo decir que nunca falte a la cita, aún cuando ya estaba casada, sacaba siempre un ratito para pasar por allá. El día que se nos fue un 22 de diciembre, lo único que pude fue agradecerle a Dios porque me había permitido darle en vida todo lo que pude.
Las personas que queremos se nos van y al cabo de los años, vamos olvidando que un día estuvieron en nuestras vidas y que fueron importantes y olvidamos también todo lo que nos dieron. Por eso hoy quiero escribir estas líneas porque no quiero olvidar a abuelita… quiero seguir recordándola y volver a traer a mi memoria todo lo que aprendí de ella: una gran mujer, que supo echar su familia para adelante con las necesidades y sufrimientos que le tocaron, una matrona que supo congregar a sus hijos, nietos, biznietos y nos enseño lo importante que es la familia y lo maravilloso que es saber que podemos contar con ella. Una mujer entregada, dispuesta a dar hasta lo que no tenia para ayudar a los que lo necesitaban. Y una abuela cariñosa hasta el extremo a la que siempre recordaré cuando me abrazaba entre sus brazos.
Te quiero mucho abuelita… espero que mis palabras lleguen allá, al cielo, donde seguro estás porque eras una mujer maravillosa que lo único que se ganó fue un lugar al lado de Dios.
Carolina, que lindo recordar a nuestros seres queridos que ya se han ido, pero que siempre permanecerán en nuestras vidas por lo mucho que sembraron y las profundas huellas que dejaron.
Un abrazo