Hace unos años, mi hijo mayor se estaba quedando en casa de mis padres. Se puso a rebuscar en las gavetas del abuelo y allí encontró un corcho, algunas tachuelas y un alambre fuerte, no se imaginan las cosas que pueden encontrarse en las gavetas del abuelo. Lo cierto es que se le ocurrió hacer un muñequito, la cabeza era el corcho y con las tachuelas le hizo los ojos y la nariz. La forma del muñequito la dibujo con un papel sobre el alambre fuerte, y cuando lo terminó le puso un hilo y se lo regaló a mi mamá, que finalmente lo colgó en la cocina de su casa.
Durante aproximadamente 8 años el dichoso muñequito estuvo colgando en la cocina de la casa, siempre que lo veía me preguntaba porque mami no lo tiraba a la basura porque estaba sucio, lleno de grasa y apenas se distinguía lo que había sido una ocurrencia de un chico de 10 años. Mi hijo tiene ahora 18 años.
No pude comprender lo que significaba ese muñequito para mi mamá hasta hace aproximadamente 2 meses. Fui a visitar a mis padres y vi a mi mamá descolgar el muñequito y decirme: “mira dile a Guillermo Emilio que quiero que me lo arregle”. La miré con cara de incredulidad, pensando la cara que pondría mi hijo cuando le llevara el muñequito y le dijera que mi madre quería que él lo reparara. Y no me equivoqué, mi hijo no dijo nada pero puso cara de: “¿Para qué diablos Tata (asi le dice a mi madre) quiere que yo le arregle eso?” me morí de la risa y le dije: “Bueno yo no sé, pero arréglaselo”. Los que conocen a mi mamá saben cual fue la razón de esa especie de amenaza.
Pasaron casi 2 meses. En el intervalo mi hijo menor llegó a casa con unos corchos y tome un par y los dejé encima del escritorio de mi hijo mayor, insinuando que debía arreglar el muñequito. De más está decir que cada miércoles cuando iba a almorzar a casa de mis padres mi mamá preguntaba que donde estaba su muñequito. Yo llegaba a mi casa y le recordaba a mi hijo el encargo que tenía. Y su respuesta siempre era la misma: «si yo sé, yo se lo voy a arreglar». Pero seguían pasando los día y él no terminaba de ponerse en su tarea.
El miércoles de esta semana, entré a la habitación de mi hijo, y al ver por milesima vez el muñequito maltrecho sobre su escritorio pensé: ¿Qué tanto puede significar ese muñequito para mi mamá? Solo sé que ella tiene 75 años y creo que a esa edad esas cosas deben ser importantes. Pensé que probablemente algún día estaré allí, sin muchas cosa que hacer o en que pensar, y tambien yo desearé que un nieto dedique 1 hora de su tiempo a su abuela y reparé el muñequito que tiene colgado 8 años en la cocina de su casa, y que talvez sea lo que cada día le dá alguna razón para vivir y ser feliz.
Lo cierto es que decidí ponerle un poco de presión a mi hijo, tomé el corcho y me dediqué a hacer un muñequito, parecido al que mi mamá tenía colgado, tal vez tan feo como el que originalmente había hecho mi hijo. Cuando lo terminé se lo llevé a mi hijo mayor y le dije: “Mira lo que hice, si para el viernes no terminas el muñequito que Tata te dio, le llevaré este y le diré que tu lo hiciste. Esta horrible, pero ella no va a pasar un día mas decepcionada de su nieto”
Mi hijo, se mató de la risa, me dijo que eso era un vulgar chantaje y que no le podía hacer eso. Intentó arrebatarme de las manos y romper mi horrible creación. Pero me mantuve firme en mis propósitos.
Hoy mi madre vino a visitarnos y mi hijo salió con su sonrisa y le entregó el muñequito reparado. Hizo algo realmente creativo y hermoso y estoy tan orgullosa de él por no haber decepcionado a su abuela. Al final esas son las cosas realmente importantes de la vida, esas pequeñas cosa que son las únicas que nos podemos llevar el día en que nos llegue el momento de partir de esta tierra.
Para que puedan comprender esta historia les dejo la imagen de los dos muñequitos.
Post-Data:
Cuando le conté a mi mamá la historia de como había logrado que Guillermo Emilio reparara el muñequito y le mostré el que yo había hecho, mi mamá me pidió que se lo diera, sé que está horrible, pero me siento feliz que pase a formar parte de sus tesoros.
¡Qué maravilla! Casi me has hecho llorar.
Es realmente especial formar parte de una familia en la que pasan estas cosas.
Que hermoso Carola!!!. Me encanto esta original y real historia. Esos muchachos de ahora no entienden mucho que para los adultos este tipo de cosas son mas que importantes. Gracias por compartirlo!.
Muy bonita la historia. A mi solo me queda una abuela y la verdad es que no la cuido como debería. Creo que hoy voy a llamarla y quien sabe, a lo mejor le hago un muñequito!!! Gracias por hacerme reflexionar. Cuando yo sea abuela, les pediré a mis nietos que me hagan algo con sus manitas para tenerlos cerca de mi.