No había dormido nada la noche anterior, fui sintiendo como el sol iba apareciendo cuando sus rayos comenzaron a luchar por entrar en mi habitación por las uniones de la cortina. Menos mal que era sábado, y ya que estaba levantada decidí salir a caminar, eso me ayudaría a aclarar mis ideas.
Mientras caminaba iba pensando que era una mujer extraña. No me consideraba tímida, pero no tenía muchos amigos. Con mis 23 años tenía un estilo un poco bohemio: llevaba siempre mi rizado pelo suelto y despeinado, no usaba faldas porque no me gustaban mis piernas, así que siempre andaba con mis jeans y mis tenis. Me gustaba leer novelas y cuentos y me gustaba escribir. Soñaba con viajar de un lugar a otro sentir la libertad, pero sabía que había algunas cosas que debía definir primero en mi vida, quería volver a la universidad y estudiar literatura.
En realidad no entendía porque me había pasado esto. Durante semanas cada día estuve allí sentada. El llegaba siempre después de mi y se sentaba en la misma mesa. Entonces yo comenzaba a pasar las páginas de mi libro y hacia como que leía, por el rabillo del ojo veía como él me observaba. Finalmente me levantaba y me iba sin comprender una vez mas porque él nunca se acercaba. Durante muchas tardes pensé: “hoy será el día” y cuando me levantaba para irme tenía la tentación de acercarme y decirle: “¿Oye puedo preguntarte porque me miras y no terminas de levantarte y hablarme?” Pero nunca me había armado de valor, tenía miedo de que me dijera que no me estaba mirando o que me había vuelto loca.
Ayer había decidido no ir, había extrañado mi capuchino y mi habitual porción del dulce que tanto me gustaba. Pero no tenía sentido seguir perdiendo el tiempo en una ilusión, en un sueño sin sentido. Debía seguir mi camino y resignarme a que tal vez había venido al mundo a estar sola, ese parecía ser mi destino. Sin embargo no entendía porque no había podido dormir, parecía como si el solo hecho de verle cada tarde me hubiera ayudado a vivir durante esas semanas, a ser feliz, a estar tranquila, y mantener ese sentimiento de paz que desde ayer había perdido y que no me había dejado dormir.
Tal vez vivir metida en el mundo de fantasías de mis libros y mis historia me había hecho creer que la vida son solo sueños. Ilusiones, decisiones y debía terminar de aceptar que la vida es solo: razón, análisis, lógica y finalmente realidad.