Hace un tiempo que descubrí que escribir es mi forma de desahogarme y sacarme de la cabeza y del corazón ciertas cosas. Cuando plasmo mis ideas en el papel, parece como si me las sacara de adentro y dejaran de preocuparme.
Siempre he valorado la amistad, pero en los últimos tiempos de mi vida pasando balance he llegado a la conclusión de que los amigos son circunstanciales. Llegan a nuestras vidas para cumplir un propósito y luego salen de ella dejándonos la triste sensación de que una parte de nosotros se ha muerto. Cuando se van, lo hacen poco a poco, apenas nos damos cuenta, hasta que llega un día en el cual decimos, es mi amigo o ¿Era mi amigo? Claro, siguen siéndolo, nos encontramos con ellos y cuando eso ocurre hablamos y nos ponemos al día en las cosas que han pasado. O cuando nos necesitan o los necesitamos suelen estar ahí «para lo que sea necesario». Pero te das cuenta cuando se ha cumplido la etapa de un amigo cuando te ocurren cosas trascendentales y ya no tienes esos deseos inmensos de llamarlo o llamarla, para contarle.
¿Será que la vida se ha vuelto tan complicada que ya no tenemos tiempo ni siquiera para dedicarlo a los amigos? No lo digo por reclamar, tal vez, me reclamo a mí misma, por estar lejos y no sacar tiempo para eso… la amistad. Yo siempre he dicho que soy una amiga no exigente, en el sentido de que no importa el tiempo que haya pasado, nunca me encontraré con alguien y le diré: “Estas perdida o, ya no me llamas ¿Es que ya no somos amigos?”, pero no sé porque en estos días siento la culpa de que tal vez lo hago para que a su vez nadie me reclame a mí por lo mismo.
Hay amigos que se han marchado lejos de nosotros y con todas las nuevas tecnologías podríamos estar más comunicados, sin embargo, cada cual vive en su mundo y no pasamos de darle a un corazoncito o a un “me gusta”, con la esperanza de que los demás lo vean y que sepan que al menos los seguimos por las redes sociales. ¡Qué triste y deprimente se ha vuelto la vida! ¿Dónde quedaron aquellos tiempos donde cada mes o cada semana nos juntábamos los amigos y compartíamos nuestras alegrías y nuestras penas? Los días en los que estar con los amigos era motivo de alegría.
Por supuesto hay personas en nuestras vidas que parece que están y nunca pasan, que no importa el tiempo, la distancia, los años siempre podremos contar con ellos, y cuando estoy triste y quiero desahogarme siempre estará ahí.
Como dice mi papá, estos son reflexiones baratas de un viernes por la tarde, en los que la soledad suele pegarle un poco a uno y recordamos con nostalgia otros tiempos, no sé si mejores o peores, pero al menos, las penas se pasaban entre “amigos”.