Palabras para mi


Martes  24 de Abril/9:00 p.m.

Esta mañana me tiré de la cama a las cuatro de la mañana, después de dar mil vueltas en la cama me convencí de que no podría conciliar el sueño. La preocupación que tenía entre las cejas no me dejaba tranquila. Fui a la cocina, encontré sucia la cafetera. Me esmeré lavándola durante un rato, mientras mi mente seguía maquinando cosas. Luego eche el polvo en el filtro, agregué agua hasta la marca y puse a preparar el café. Cuando estuvo listo me senté en un mueble a pensar mientras observaba el humo el café escaparse de mi taza.

Seguían dando vueltas en mi cabeza las palabras de Abraham. Le había mis reflexiones de esa semana y me dijo que estaba al punto de caer en un estado de depresión. Si seguía por ese camino iba a terminar con un psiquiatra. La palabra depresión me olía a pastillas y locura.  Nunca pensé que tendría que aplicármela a mi misma, pero a la luz de los hechos debía reconocer y aceptar que estaba al borde de un estado de depresión.

Abraham me había dicho que mientras continuara viviendo con el recuerdo de mi ex – marido nunca podría salir de la crisis. Ayer le dije que tenía deseos de escapar de este país, me preguntó a donde iría pero no quise responder.

He pasado todo el día como zombi debido a que no dormir nada y me levanté a las cuatro de la mañana. Creo que debo irme a la cama temprano. Espero poder olvidar la conversación de ayer para ver si puedo dormir..

Miércoles 25 de Abril/8:00 p.m.

Tengo varios meses yendo cada semana donde Abraham. Hasta este momento ir donde el psicólogo me había ayudado bastante. Durante las primeras semanas habíamos estado muy contentos con la evolución, pero ahora estoy atascada. He llegado a un punto en el que debo decidir la dirección y el sentido que debe tomar ahora mi vida y me siento muy confundida. En la consulta de esta semana salieron a relucir cosas que apuntan a una crisis, por eso no he podido dormir en estas  noches.

En realidad no le dije toda la verdad a Abraham. Tengo pasaje reservado y he estado pensando muy en serio irme del país  y comenzar una nueva vida en otro lugar. Contacté una persona en New York que me va a arrendar una habitación en su casa, luego veré como consigo trabajo. Con los dividendos  y el arrendamiento del negocio puedo vivir algún tiempo. Sé que estoy tan inquieta porque debo tomar la decisión en una semana.

La conversación con Abraham fue muy fuerte porque salió a relucir el tema de mi ex, que para mi había sido enterrado hace meses. Yo insistía en que creía que me había liberado, le decía que ya ni siquiera pensaba en él. Pero él me decía que estaba equivocada y la prueba de era que ahora quería echar toda mi vida por la borda. Él dice que la razón por la que estoy con tantos deseos de dejar lo que hago es porque siento que todo lo que tengo en este país tiene su origen en él.  Una forma de sacármelo de adentro es alejarme de la vida que construí con él. Nunca lo había pensado de esa manera, pero la forma en que él lo planteó ayer, creo que tiene algo del razón.

Me dijo que solo cuando aprenda a valorar las cosas que tengo  y me auto convenza podré seguir mi camino.

Me sentí halagada cuando me dijo que yo era una mujer fuerte y decidida, que no era una mujer florero que necesitaba de un hombre a mi lado, tal vez me lo dice para hacerme reaccionar.

Jueves 26 de Abril/10:00 p.m.

Fue un día de mucho trabajo. Las cosas en la tienda marchan bien. La gente dice que hay crisis pero a mi me sigue yendo de maravilla.

Hoy mientras preparaba unos pedidos que tenía que mandar por currier me puse a pensar un poco en como comenzó todo esto de la tienda. Mi ex quería dedicarse a la política, pero él decía que todo político debía tener un medio de sustento para poder ser integro y no venderse, así que decidió que comenzáramos un negocio. Yo podía encargarme y cuando estuviera produciendo él podía dedicarse a la política mientras yo trabajaba.

Así decidimos poner la compañía de envío de paquetes. Nos asociamos a una franquicia internacional y abrimos la tienda. En realidad él nunca trabajo conmigo, este negocio ha sido fruto de mi empeño y el sudor de mi frente. Ahora tengo 10 empleados y la cosa marchan muy bien, el negocio ofrece muchos beneficios.

¿Cual es el problema entonces? que en los últimos meses cada vez que me levanto para ir al trabajo solo pienso, “no quiero estar ahí” “eso no es lo que quiero hacer en mi vida”. Ahora se me ha ocurrido esto de ponerme a escribir y he ido encontrando en la escritura una pasión. Pero no puedo vivir de la escritura, es lo que me dice Abraham. El dice que puedo tener mi negocio y escribir, no está de acuerdo con que deba dejarlo todo.

La idea que se me ha metido en la cabeza es arrendar el negocio y continuar recibiendo los beneficios. Irme a New York y comenzar allá una nueva vida, donde nadie me conozca. Allí podría dedicarme a escribir. Pienso que son pocas  las cosas que tendría que dejar. No tengo familia, después que murió mi madre el único pariente que me queda es un hermano de padre, con quien nunca tuve mucho roce. Vive en otra ciudad y nunca lo visito. Tengo deseos de que todo el mundo me olvide y yo olvidarme de todo.

¿Será que Abraham tiene razón y por lo que quiero dejar la tienda es porque originalmente no fue mi idea? ¿Será que quiero dejar esta vida porque todo lo que tengo aquí lo asocio a mi ex marido?

Viernes 27 de Abril/5:00 P.M.

Ha sido un día complicado. Pasé todo el día pensando en la idea de irme y dejar la tienda. He llegado a la conclusión de que lo que más me molesta de todo esto es que después que yo acepté poner el dichoso negocio y las cosas estaban marchando bien; cuando tengo 15 años al lado de ese fatal, él decide que no quiere seguir conmigo.

El sentimiento que tengo es que me dejó embarcada con un negocio, una profesión y una vida, que acepté bajo la premisa de que iba tener un compañero con el cual pasar el resto de mi vida. Ahora pienso que fui sencillamente una tonta, eso de “para toda la vida” es la frase mas estúpida que alguien pudo haber inventado. “Para toda la vida” no existe sobre todo para los hombres.

El “indeseable”, en el momento que más le convino agarró sus cosas y se marchó, con una 10 años menor que él. No sé si también  ella tendrá que mantenerlo para que él pueda dedicarse a la política. Hoy pienso que poner la confianza en un político es como poner huevos en una bolsa podrida.

Para complicar mas el día, recibí dos llamadas que me tienen los nervios de punta. Una de las llamadas fue de la persona que me va a recibir en New York, necesita que le dé una respuesta acerca de si voy a irme, porque hay otra persona interesada en la habitación que me va a alquilar. Le dije que me diera tres días para terminar de tomar la decisión.

La segunda llamada fue de la persona que me está ofreciendo arrendar la tienda, habíamos acordado que me llamaría en esta semana para confirmar si estaba interesado. Me dijo que ya lo había pensado, y había conseguido el capital que necesitaba. Quería que nos sentáramos de nuevo en la mesa de negociaciones. Le dije que estaba muy ocupada en estos días y que tenía un viaje imprevisto el fin de semana así que nos podíamos reunir el próximo lunes.

Solo trato de ganar tiempo para aclarar mi cabeza y tomar la mejor decisión. Creo que me iré a casa temprano.

 9:00 p.m.

Estoy en shock. He venido corriendo a la casa porque necesito estar sola, no puedo creer lo que me ha ocurrido hace unas horas. Mi cabeza da vueltas y más vueltas. No suelo ser una persona muy creyente pero estoy convencida que una fuerza superior hoy ha actuado en mi vida. Esas palabras me han dejado con un sabor agridulce en la boca. Definitivamente fueron palabras para mi.

Necesito cerrar los ojos, pensar, dormir. No… no quiero pensar, solo quiero dormir.

Sábado 28 de Abril/6:00 p.m.

He pasado todo el día en la cama, con frio, aunque es un día normal de primavera. No me he quitado la piyama, llamé a la tienda y dije que estaba enferma, no quiero salir de casa en el fin de semana completo. Apagué el móvil y desconecté el teléfono, no quiero hablar con nadie.

Necesito escribir lo que me ocurrió ayer para tratar de comprenderlo.

Después de escribir unas líneas en el diario decidí irme a casa. Estaba cerrando la tienda cuando de repente apareció Abraham que venía caminando por la acera. Me extraño verlo, él no sabía donde estaba mi negocio, pasaba por ahí por coincidencia. Me preguntó como andaba, y le dije que no muy bien.

Me dijo que si ya iba de salida podíamos tomar juntos un café, aclaró que como amigos no como consulta. Me hizo gracia la aclaración y acepté la invitación.

En eso le sonó el móvil. Una persona le llamaba para pedirle que pasara por el hospital a ver a alguien. Me dijo que si lo acompañaba, podíamos ir luego a tomar el café.

En ese momento pensé rápido que se acercaba el lunes y debía tomar una decisión. Tal vez había sido un coincidencia encontrarme con Abraham y no debía desaprovechar la oportunidad de hablar con él, de repente lograba aclarar mis ideas.

Ante la necesidad que sentía accedí a acompañarlo. Llegamos al hospital y me di cuenta de que la persona que fuimos a visitar estaba en estado terminal, pero aún parecía estar en sus sentidos porque hablaba y seguía la conversación. Nos acercamos silenciosos a la cama. Abraham comenzó a conversar con él y me presentó. El hombre me ofreció su mano y la apretó fuerte y lo escuché decir: “no te preocupes, aún te faltan muchas cosas más por vivir y experimentar en tu vida, tu lugar está aquí y ahora, todo saldrá bien, tomarás la decisión correcta”.

Recordar el momento aún me producía un escalofrió. Yo no conocía aquel hombre, nunca lo había visto, y él no estaba supuesto a saber nada de la situación por la que yo atravesaba. Me soltó lentamente la mano y yo me alejé de la cama y dejé a Abraham conversando aún un rato.

Cuando salimos de la habitación partimos a tomarnos el café pero sentía que ya no tenía deseos de conversar nada. La frase de aquel hombre me habían impactado tanto que solo quería irme a casa y estar sola. Volví a rumiar las cosas que ya le había contado en la consulta y lo más rápidamente que pude me excusé y me despedí.

Desde ayer me he roto la cabeza pensando en la frase que me dijo aquel hombre, y la coincidencia de encontrarme con Abraham. Tal vez esas palabras sólo llegaron a mi para que tuviera el valor de tomar una decisión, ha llegado el momento de vencer todos mis miedos y reconocer que debo olvidar el pasado.

Domingo 29 de Abril/5:00 p.m.

Sigo en la casa pero ya más tranquila. He ido armándome de una coraza. He pensado mucho en mi vida en estos últimos 15 años. Ponderando las cosas positivas y dejando un poco de lado lo malo que ha pasado. He intentando ver la vida con más optimismo y he valorado cada cosa que ha ocurrido en mi vida. A cada pensamiento negativo que ha llegado a mi le he encontrado algo positivo, y toda la tristeza interna que tenía ha ido desapareciendo. Cada vez que la pena asomaba en mi corazón he recordado las palabras de aquel hombre.

Me levanté al medio día con hambre. Preparé comida. De repente caí en la cuenta que no comía nada desde el viernes en la noche. Miro mi casa, mis cosas, todo lo que me rodea representa una parte de mi vida. Todo lo abandonaría si me marcho de la forma que he pensado.

Al final pienso que aunque la idea inicial del negocio no fue mía, disfruto lo que hago y me produce dinero. Tengo en esta ciudad una vida, amigos, que mirándolo bien, me aprecian y se preocupan por mi. Además ¿Quién dijo que no puedo escribir, quien dijo que no es compatible con lo que hago? El negocio va bien, puedo modificar mi horario y dejar de trabajar un día en la semana y ese día puedo dedicarlo a escribir.

Hoy ha sido el primer día desde hace unos cuantos que he vuelto a ver el sol en todo su esplendor.

Lunes 30 de Abril/10:00 p.m

Ha sido un largo día. Me levanté temprano. Había decidido ayer reanudar mis caminatas matutinas, que tenía abandonadas hace meses. A las 6:00 a.m. estaba en pie. Caminar siempre me ayuda a pensar.

Llegué a la casa después de darme un baño y preparar desayuno, cuando vi  que eran las 8:00 de la mañana, llamé a la persona de New York. Le dije que se habían presentado algunos inconvenientes y que había pospuesto la decisión de viajar. Le pedí excusas y le dije que arrendara la habitación.

A las 9:00 a.m. cuando llegué a la oficina, llamé a la persona que quería arrendarme el negocio. Le dije que habíamos quedado de reunirnos en el día de hoy, pero que algunos asuntos habían cambiado la situación y que ya no estaba interesada en arrendar el negocio.

Después de hacer ambas llamadas me sentí liberada y con la sensación de que estaba tomando las decisiones correctas. Lo más extraño del día fue la visita a la consulta de Abraham y la conversación. La consulta estaba pautada para las 5:00 de la tarde.

Al llegar en seguida le pregunté por el hombre que habíamos visitado en el hospital.  Entonces me contó que había muerto el sábado. Tenía un cáncer terminal. La llamada que había recibido el viernes cuando nos encontramos era para avisarle que le habían desahuciado.

Rápidamente cambio la conversación y comenzó a decirme que se había quedado muy preocupado después de dejarme el viernes en la noche. Se quedó con sensación de que una angustia muy fuerte me oprimía. No quiso llamarme porque había sentido que me había ido apresuradamente como si no deseara hablar con él.

Entonces comencé a contarle con detalles todo lo que había ocurrido desde el lunes anterior que había ido a consulta. Esta vez le conté claramente los planes que había tenido y terminé confesándole que la visita al hospital y las palabras que me había dicho aquel hombre, eran las que me habían llevado a tomar la decisión de no marcharme. Ahora me sentía confiada y segura de lo que había hecho en la mañana y reconocía que había tenido la razón con respecto a que todo lo hacía por escapar de mi pasado.

Abraham sonrió, pero vi en su sonrisa algo de burla.  Le pregunté porque se reía y entonces se puso serio e hizo silencio.

Me dijo que el hombre que habíamos ido a visitar lo conocía hacía muchos años, era el papá de uno de sus mejores amigos. Aquel hombre durante toda su vida, cada vez que se conocía a alguien le estrechaba la mano y le decía esa misma frase que le había dicho a mi, era su forma de saludar a las personas.

Al terminar la consulta, me despedí de Abraham. Le estreché fuertemente la mano. El sabía que no volvería más. Al salir, no supe si creerle o no lo que me había contando, estaba convencida de que esas palabras llegaron a mi vida, en el justo momento en que yo las necesitaba y la única explicación era que una fuerza mayor había hecho que llegaran a mi.

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