Durante uno de mis viajes a Venezuela dando vueltas por el aeropuerto, encontré una escultura pequeña de la Sagrada Familia, tenia a la virgen con el niño en los brazos y San José al lado con su bastón. Me parecieron muy hermosas las figuras porque eran estilizadas y se las compré a mi esposo de regalo. Finalmente después de cambiar de sitio varias veces la imagen fue a parar a la sala de casa. Días después que se fue de casa, llegue al medio día y encontré la escultura sin el San José, las chicas estaban haciendo limpieza habían golpeado la imagen y se había roto el San José.
Sin animo de ofender a los hombres que aún continúan en la batalla, que creo que son muchos y que tienen mucho valor, miro la imagen de la Virgen con el niño en los brazos y pienso que parece que ese fuera el destino de las mujeres, muchas finalmente terminamos criando solas a nuestros hijos, porque soy de la opinión que criar un hijo es mas que darle lo que necesita, es estar a su lado cada día hasta que el destino lo lleve por su propio rumbo. Tener la virgen sola con su niño en brazos aquí conmigo, quizás me dé la fortaleza de saber que si puedo seguir adelante en esta tarea aunque esté sola.
Cada día cuando pienso en los propósitos de la semana quisiera olvidar mi vida pasada y comenzar de nuevo. Leyendo el libro: “El mejor lugar del mundo es aquí mismo” encontré la siguiente frase: “Somos responsables de lo que hacemos pero no de lo que pensamos. Por eso cuando alguna idea te angustie, simplemente ponle la etiqueta <<pensamiento>> y déjala pasar”, creo que simplemente podemos controlar lo que hacemos, pero no lo que pensamos. Así que tal vez es una buena recomendación cuando un pensamiento nos angustie dejarlo pasar. Pero no es tan fácil dejar pasar los pensamientos que nos llegan.
El pasado, está en todas partes, cada cosa, persona o suceso que nos rodea, nos trae a la memoria el pasado. Por eso no logramos deshacernos de él tan fácilmente. Cuando vivimos del pasado, somos como una nave movilizada por un ancla que se aferra a las profundidades, pero eso no significa que no podamos arrancar el ancla y proseguir nuestro rumbo. De hecho no tenemos ni siquiera que tirar del ancla, simplemente tenemos que cortar la cuerda que nos une al pasado: el viento de la vida se encargará de encaminarnos por un nuevo rumbo.