Ayer lei en el periodico una noticia impresionante. El diario de Washington Post organizó de incognito, una actuación de Joshua Bell en el metro en Washington, Joshua Bell es un violinista famoso, que tiene un violin Stradivarius valorado en US $3.5 millones de dólares, estuvo 45 min tocando con su violin y nadie se paro a escucharlo, sólo los niños que pasaban se quedaban extasiados con la música, mientras eran arrastrados por sus padres porque iban rápido y no tenían tiempo para detenerse. Colocaron un recipiente para el dinero y sólo recolecto 32 dólares. El día anterior había llenado el teatro de Boston, con un costo de localidades que promediaban los 100 dolares.
La nota que lei en el periodico decía, que la conclusión a la cual llegaron los organizadores de esta actividad era que: «sino tenemos un instante para detenernos a escuchar a uno de los mejores musicos interpretar la mejor música escrita ¿Que otras cosas nos estaremos perdiendo?»
Toda esta historia me hizo recordar el año 1996, mi esposo y yo habíamos ido a vivir a Chile porque él hacia su maestria. En Chile existe esa cultura de tocar en el metro, en los autobuses y en la calle, recuerdo que habíamos dejado a nuestro hijo en el pre-escolar y habiamos tomado un autobus para ir al centro y al bajarnos nos encontramos a las 8:00 de la mañana, un violinista tocando, mi esposo, que siempre se ha caracterizado por ser romantico y soñador, queria que nos sentaramos frente al violinista a escucharlo, y yo me negue… me parecia extraño, me daba vergüenza, no se, en realidad 13 años despues no logro recordar que impulso me hizo negarme a escuchar al violinista. Mi esposo se enojo conmigo, y muchas veces me recordo que nunca volveriamos a tener la oportunidad de vivir aquel momento.
He tenido la oportunidad de viajar a Europa, una de las ciudades mas apasionantes para mi es Barcelona, ciudad que he visitado en repetidas ocasiones. Y con otra visión de la vida, en el Barrio Gótico, me he detenido mas de una decena de veces a escuchar a los músicos que se apostan en las esquinas con su musica. En esos momentos siempre recuerdo esa mañana en Chile y me lamento de no haber comprendido la importancia de tener tiempo para las cosas sencillas de la vida.
Por mi parte he ido aprendiendo a sacar tiempo para perderlo en cosas que a los ojos de otros podrian parecer insignificantes, pero que le dan sentido a nuestras vidas en lo mas profundo de nuestro corazón. Quisiera creer que no estoy en ese grupo de seres humanos que se está perdiendo cosas hermosas de esta corta vida.
De vez en vez…se hace necesario que nos recuerden estas cosas. Gracias por hacerlo de una tan hermosa!!
Gracias por tu comentario… vi tu blog no sabia que que tenias un blog, que se supone que esto le entra a uno despues de viejo, digo esto de querer escribir… sigue escribiendo lo haces muy bien, parece que eso va en la vena de los mueses.
Besos
Esta precioso!! lamentablemente muchos nos damos cuenta de la belleza de las cosas creadas por Dios cuando no podemos disfrutar de ello, me transporte al dia a dia con los niños y vi como ellos disfrutan todo; como tienen un corazón sincero, como no pierden un instante de todo su dia para disfrutar..ahora comprendo «si no nos hacemos como niños… no entraremos al Reino de los Cielos». Muchas veces Rene y yo nos quedamos observando a los niños. Solo los observamos y disfrutamos….. Gracias por compartir esta experiencia, puedo asegurarte que me quedaré escuchando con mucha atención al próximo violinista que oiga.
Besos
Luz
Yo también leí el artículo del periódico ese día. He leído de Joshua Bell, de su música, de su costoso Stradivarius y a la vez me impresionó lo costosa de su enseñanza. A cuantos no le salió cara esa mañana no haberse detenido a disfrutar de las cosas bellas que Dios ha creado para nuestro deleite y que por el afán de las que no valen tanto perdemos. En ese momento también recordé las experiencias de los que el 11 de Septiembre cuando calleron las Torres Gemelas por pequeños detalles como este no llegaron a tiempo a sus respectivos trabajos y eso les valió una nueva oportunidad de vida.
Yo tambien se afanarme por muchas cosas como el trabajo, las deudas, los compromisos sociales y hasta nuestras propias metas personales, sin embargo sacar tiempo para comer juntos en familia, para ir a la Iglesia, para un cariñito mañanero aunque lleguemos tarde, sentarnos a ver los muñequitos preferidos con nuestros hijos en vez de esa tan deseada serie de televisión o jugar con ellos en el nintendo aunque signifique perder siempre victimas de nuestra oxidación y de esa tan natural habilidad de los niños para manejar esos minúsculos controles…..y me hace entonces confirmar que en verdad, aunque muchas de estas pequeñas cosas no son Stradivarius, tenemos momentos en nuestra vida que valen millones y las dejamos pasar por unos cuantos pesos.
Gracias y un fuerte abrazo.
René.
Chicos:
Luz/Rene
Gracias por leer el post… estoy de acuerdo con ustedes, no es necesario que perdamos el tiempo con un Stradivarius de 3 millones, pero una buena opcion es perderlo al estilo de Rene… con nuestros hijos, con el compañero o compañera de vida, con la familia, con los padres que ya estan viejos y prondo se iran de nuestro lado… tal vez aprovechemos ahora que comienza el año y pongamosla entre nuestras metas.
Besos, Carol
Un buen articulo que nos lleva a la siguiente reflexion: «Muchas oportunidades estan frente a nuestros ojos, pero por el ritmo apresurado como llevamos la vida los dejamos pasar».
Todo un acierto este post.
Saludos desde Japon.
Recuerda siempre lo que dijo el Canta-autor:
Uno se creé
que las mató
el tiempo y la ausencia.
Pero su tren
vendió boleto
de ida y vuelta.
Son aquellas pequeñas cosas,
que nos dejo un tiempo de rosas
en un rincón,
en un papel
o en un cajón.
Como un ladrón
te acechan detrás
de la puerta.
Te tienen tan
a su merced
como hojas muertas
que el viento arrastra allá o aquí,
que te sonríen tristes y
nos hacen que
lloremos cuando
nadie nos ve.