Siempre he pensado que saber escuchar es difícil, la mayoría de las personas oímos lo que los otros dicen, pero en realidad no escuchamos; la diferencia entre estas dos palabras es muy importante, cuando oímos, alguien nos habla, oímos sus palabras, y sin prestar atención estamos pensando que le vamos a responder. Cuando escuchamos, prestamos atención a las palabras de los demás, nos interesa lo que ellos dicen.
Normalmente cuando alguien me pide opinión sobre algo no contesto de inmediato, me quedo callada y pienso antes de responder, lo hago por dos razones: primero, mido bien lo que voy a responder; y segundo, de esta forma, le hago saber a la otra persona que realmente escuche lo que me dijo.
Estoy leyendo un libro de Esther de Waal , Buscar a Dios y encontré las siguientes citas aisladas:»Escucharnos a nosotros mismos y aprender a amarnos, prestar atención a nuestro cuerpo, a sus exigencias y ritmos… el dolor de espalda no debe necesariamente ser ignorado con estoica fortaleza como lumbago; puede indicarme una tensión y una tirantez, una señal de que es hora de parar y ser amable con mi cuerpo y mis nervios, sin exigirme cosas imposibles… Escuchar atentamente aquello que oigo es mucho mas que prestar atención a los oídos. En primer lugar significa que hemos de escuchar, nos guste o no, tanto lo que deseamos oir como lo que es desagradable y amenazador»
Al leerla pensaba que no sólo no sabemos escuchar a los demás, tampoco sabemos escucharnos a nosotros mismos, ni sabemos escuchar a Dios. Si tuviéramos el don de escuchar pienso que nuestra vida tendría una mayor trascendencia. «Escuchar atentamente, con todo nuestro ser, cada instante del día es una de las cosas mas difíciles del mundo, y sin embargo resulta esencial si queremos encontrar al Dios que buscamos»