Jugando a la Oficina


Cuando era una niña me gustaba jugar a la oficina, imagino que era porque veía a mi papá en su escritorio lleno de papeles, probablemente él estaba bregando con sus sellos, pero por aquella época no me fijaba en ese detalle. Me gustaba pedirle papeles, sobres, libretas usadas, lámparas viejas que no encendían, portalapices improvisados con frascos de vidrio o plástico, ponía dos blocks y una tabla, siempre había tablas rodando por la casa, y así improvisaba mi oficina. 

A lo largo de mi vida laboral he tenido muchas oficinas. La primera formal fue en Infaca, tenía una oficina para mi sola y me sentía importante, siempre estaba llena de papeles porque había mucho trabajo y en esa ocasión sí era trabajo de verdad, no inventado. Cuando trabajé con tío, que fue mi segundo trabajo formal, no tenía oficina, andaba como prestada por cualquier lado, tal vez por eso me decepcioné rápido. En Kettle tenía una pequeña oficina dentro de la planta, pero era también un laboratorio de investigación, todo mezclado. Cuando llegué a Maicera entre mis peticiones, después de una semana de evaluación, estaba tener una oficina, al principio me dieron un escritorio viejo al lado del Encargado de Producción, pero a lo largo de mis años restantes en la empresa, tuve mi oficina formal, llena de papeles, siempre. En AgroBiotek, por supuesto, siempre he tenido mi oficina.

Después de la pandemia comencé a trabajar desde casa. A finales del año pasado eliminé un closet que tenía y un chico bien creativo me diseñó un escritorio que me encanta, es un espacio de trabajo inspirador.

Pero hoy me acaba de venir a la mente esos momentos en que la ingenuidad estaba en su máxima expresión, y la imaginación volaba, donde no había ningún tipo de responsabilidad más que jugar, porque eran las vacaciones de verano y cuando mi juego consistía en fingir ser grande y tener una oficina. Tal vez si hubiera sido consciente de todo lo que implicaba tener un escritorio y una oficina, hubiera dedicado mis horas de ocio a algo más divertido. Ahora tener una oficina implica una gran responsabilidad sobre mis hombros y en días como hoy quisiera volver a ser la niña ingenua que soñaba con ser grande y que mi escritorio estuviera lleno de papeles robados a mi papá.

Deja una respuesta

Introduce tus datos o haz clic en un icono para iniciar sesión:

Logo de WordPress.com

Estás comentando usando tu cuenta de WordPress.com. Salir /  Cambiar )

Imagen de Twitter

Estás comentando usando tu cuenta de Twitter. Salir /  Cambiar )

Foto de Facebook

Estás comentando usando tu cuenta de Facebook. Salir /  Cambiar )

Conectando a %s