Hoy en la misa escuchaba a José Manuel y hay una frase que me gusto mucho: «no se esfuercen por querer cambiar el mundo, el único objetivo de ustedes debe ser sembrar»
Lo decía, a propósito de la parábola de hoy, el sembrador planta la semilla y no puede hacer nada más que esperar, no tiene ningún control sobre lo que pasa dentro de la tierra, hasta que al cabo de algunos días ve brotar la plantita.
Pensaba en el contexto de que muchas veces sentimos que no estamos haciendo nada más que trabajar todos los días y uno siente como que no hay mucho sentido del servicio en ese trabajo. Pero a veces es bueno mirar lo que uno ha hecho y entonces caemos en la cuenta que hace algún tiempo plantamos algo y eso que vivimos está ahora dando sus frutos.
También reflexionaba en que muchas veces nos pasamos la vida tratando de hacer algo trascendental, que se vea mucho, que todos nos digan lo maravilloso que es aquello que hemos hecho, y en esa búsqueda de hacer algo majestuoso terminamos sin hacer nada. Tal vez deberíamos empezar a pensar en más pequeño, como esa semilla de mostaza que luego se convierte en un gran árbol.
A veces simplemente una palabra que decimos a otro, una llamada, un chat a alguien que hace mucho que no vemos, una visita a una anciano, o simplemente usar nuestros talentos, como escribir o hablar en pro de algo útil: el servicio, el amor. Eso por supuesto no va cambiar el mundo, pero la suma de muchos pequeños pueden hacer algo diferente y eso debe ser sembrar.
En esta mitad de año donde toca revisar los propósitos, tal vez pensar en esas cosas y como andar por el mundo sembrando pequeñas semillas y después dejar que Dios haga el resto.