Dio un portazo y bajó corriendo las escaleras, era la gota que había rebosado el vaso, otra vez había discutido, esta vez con su mejor amigo. Por qué todos se empeñaban en hacerle ver que ella estaba mal, que ella era la que tenía que cambiar. Le dolía lo que le había ocurrido, no le gustaba su vida actual, no le gustaba el giro que habían dado todos los aspectos de su vida, quería regresar a su vieja vida, se negaba rotundamente a aceptar su nueva realidad.
Vago sin rumbo por la ciudad hasta que le dolieron los pies, pero en su cabeza volvían una y otra vez los recuerdos, todos los momentos alegres vividos y compartidos, sus viejos amigos que poco a poco había ido perdiendo por diferentes circunstancias, su relación que se había terminado, el trabajo que había tenido que dejar, su casa con todas sus cosas que tanto amaba, su familia con la que se había peleado ¿Cómo era posible que la vida pudiera desarmarse tanto en tan poco tiempo?
Anochecía cuando se dio cuenta que estaba de nuevo en el portal de su casa, esa nueva casa que tan poco le gustaba. Miró con tristeza y giro la llave lentamente resignada a enfrentarse con la realidad.
Estaba cansada y se tumbó en el sillón y en seguida se quedó dormida. Un ruido en la cocina la despertó, no sabía cuánto tiempo había dormido, se levantó a tientas, todas las luces de la casa estaban apagadas, pero seguía escuchando un ruido desde la cocina y la luz estaba encendida. Caminó despacio, curiosa, y al abrir la puerta de vaivén que separaba el comedor se encontró un hombre, preparando dos tazas de té, lo miró interrogativa pero sin miedo, como si lo hubiera estado esperando:
— ¿Qué hace usted en mi cocina?
— Preparo un Té, pero pensé que no te gustaba tu cocina, así que no se porque consideras que es de tu propiedad.
— Bueno, es cierto, no me gusta pero al final es la casa en la que vivo y por tanto, por el momento es mi cocina, pero… quién es usted y como sabe que no me gusta mi cocina.
— Porque sé que no te gusta nada de tu vida actual. Te pasas el día quejándote de todo, hace meses que no tienes una sonrisa en tu rostro y todo lo que te ocurre lo ves mal.
— Si sabe tanto de mí también sabrá que tengo motivos para estar así. Mi vida cambió violentamente y todo lo que tenía de repente lo perdí: mi familia, mi pareja, mi casa, tuve que cambiar de ciudad, mis amigos se han alejado de mí, me encuentro profundamente sola. Solo mi mejor amigo me sigue llamando y…
— … Hoy discutiste con el y estas enojada porque no te comprende.
— Pero, ¿quién es usted y porque sabe tantas cosas de mi?
— Te haré una pregunta: ¿Te gustaría regresar al pasado?
— Oiga por que me toma, estoy deprimida, pero no estoy loca. No es posible regresar al pasado. El regreso al pasado no es posible para nadie…
— … Claro lo único que puedes hacer es regresar a la nostalgia de todo lo que viviste, recordar una y otra vez todas las alegrías y pasarte el día lamentándote de un pasado que nunca volverá. imagino que piensas que si te pasas todo el dia machacando tus recuerdos en algún momento harás que vuelva todo a ser como antes.
— No… claro que no, se que eso no pasará.
— Sabes lo que significa la palabra recordar?
— No.
— Significa «Volver a pasar por el corazón» y cada vez que traes los recuerdos, vuelve la nostalgia y todos los sentimientos vuelven a aflorar como si los estuvieras viviendo una y otra vez. Y tu corazón se va encogiendo de tristeza y llegará un día que se pondrá como una piedra y no podrás volver a sentir nunca más.
— Pero entonces ¿Qué debo hacer? ¿Usted también vendrá a decirme, que debo olvidar todo, aceptar mi nueva vida y seguir adelante?
— No, nadie puede decirte lo que debes hacer. Tu sola debes pensar y decidir que vas a hacer, nadie puede tomar decisiones por ti.
— Pero es que… no es fácil, algunos días me levanto con ánimo, decida a seguir adelante y olvidar todo el pasado y aceptar y enfrentar mi nueva vida, pero pasados unos días, la tristeza vuelve a instalarse y todos los propósitos quedan escritos en letra muerta.
— No se trata de recuperar el pasado perdido, sino abrirnos a lo nuevo a eso que ni siquiera has podido ni siquiera imaginar. Es necesario llevar al sepulcro y enterrar muchas realidades que fueron brillantes, pero que han perdido la vida, para que puedas entonces resucitar.
— Como lo dices pareciera que fuera muy sencillo
— No, no lo es. Pero cuando el pasado parece despojarnos de las viejas posibilidades a fin de paralizarnos, el presente se ofrece proponiendo cosas nuevas que debes abrir los ojos y descubrir. En todos los éxodos hacia una nueva vida hay que romper la seguridad y enfrentar el desierto sin camino.
— ¿Quien eres? Hablas como alguien que ha tenido que pasar por situaciones parecidas anteriormente.
— Todos hemos tenido que pasar por situaciones que nos desarman la vida. Y además de eso, lamento decirte que no será la última vez, a lo largo de tu vida tendrás que pasar muchas veces por situaciones y tendrás que caer y levantarse.
— No se si seré capaz de levantarme y volver a pasar por esto muchas veces
— Con frecuencia sólo percibimos las pérdidas, lo que dejamos atrás, y no apreciamos la belleza de lo que ya se va incubando en nuestra vida y nos anuncia los rasgos del futuro. El regreso al pasado no es posible, para nadie, tu lo dijiste, solo se puede regresar a la nostalgia no a la vida.
Abrió los ojos espantada y vio la casa todo a oscuras. Fue un sueño, todo fue un sueño, pero porque lo recordaba con tanta nitidez, recordaba cada palabra hablada con aquel hombre. Con sus manos se estrujó los ojos y se desperezó. Miró hacia la cocina y la luz estaba apagada. Caminó un poco asustada y con sigilo y abrió la puerta de vaivén y encendió la luz. Sobre la meseta había dos tazas de té una de las tazas estaba vacía.
*Las frases en itálicas fueron tomadas del libro: «El Discernimiento. La novedad del espíritu y astucia de la carcoma. Benjamín Gonzalez Buelta»