Cuando decidí iniciar mi blog lo hice porque me gustaba escribir. Lo cierto es que tengo mucho tiempo escribiendo y tengo muchas cosas que guardo en el baúl de los recuerdos. Hace algunas semanas que no tengo mucho tiempo para entrar en mi blog y cumplir el compromiso que hice de escribir al menos dos veces por semana… entonces recordé el baúl de los recuerdos y buscando encontré esta historia que hoy quiero compartir con aquellos que de vez en cuando sin mucho que hacer pasan por mi blog a leer las cosas que se me ocurren.
ZORBAS EN NUESTRAS VIDAS
28 de enero del 2004
«Nos fuimos a Chile en el año 1996. Luis Henry, Guillermo Emilio y yo, y una escultura que a Luis Henry se le ocurrió llevar de regalo a la pareja que nos recogería en el aeropuerto, y que fueron nuestros amigos durante el tiempo que vivimos en ese país inhóspito llamado Chile, tal vez conocer a Patricia y a Jorge fue una de las cosas mas hermosas que creo que nos ocurrió en Chile.
En Chile conocí a Luis Sepúlveda, realmente no lo conocía él, sino sus libros y allí, leí “La historia de un gato que enseño la gaviota a volar” es uno de aquellos libros que te atrapan y no es posible soltarlo hasta que terminas. En ese tiempo me pareció una historia maravillosa y me dejó enseñanzas importantes en mi vida.
El año pasado, encontré a mi hijo de 10 años leyendo el libro, me pareció extraño, porque a el no le gustaba mucho leer; yo, preocupada por incentivar este hábito, volvía a releer con él la historia. Descubrí, algo que ya sabía, que los libros nos enseñan cosas distintas en las diferentes etapas de nuestra vida. Mi hijo leyó el libro completo y le gustó la historia tanto como a mí.
Hace unos años rondando por una librería en Madrid, me encontré con otro libro de Luis Sepúlveda: “Historias Marginales”, lo compré y lo guarde en el librero y quedo en el listado de libros pendientes, que no leo por falta de tiempo. Aunque soy una lectora voraz cuando me lo propongo.
En estos días buscando algo que leer, mientras hago ejercicios en mi bicicleta estacionaria, que dicho sea de paso me aburre hasta el hastío, encontré de nuevo el libro de Luis Sepúlveda. Me gustó porque son historias aisladas y eso me permitía leer varias cada días. Allí me topé con Zorbas, el gato de la historia, ese gato que también tiene una historia en mi vida. Pensé que las vidas se entrelazan, y que las personas estamos conectadas de alguna forma, aunque nunca nos encontremos.
Zorbas murió y hoy lloré por el. Su muerte fue en el año 1996, el mismo año en que conocí su historia.»
Leo este escrito que escribí hace unos años y hay otra historia que debo contar con relación a el. A partir del momento que mi hijo y yo leímos este libro juntos, él comenzó a interesarse por la lectura y se convirtió en un lector. Ahora devora cada libro que cae en sus manos y eso me hace sentir muy orgullosa. Nuestros hijos son muchas veces el reflejo de nosotros, por eso creo que tener hijos es una responsabilidad muy grande.
En otro post publicaré la historia de Zorbas…. para que puedan comprender mi escrito.
Esta bien
Muchas gracias por tu texto, yo leí el libro el año en el que salió a la venta, siempre fuí muy fan de los gatos, y mi padre me compró ese libro para que me iniciara en la lectura de los libros con muuuucha letra (hasta ese momento yo solo leía los tebeos de mortadelo y filemón, otros grandes personajes).
Puedo decir que ese libro tuvo una gran influencia sobre mí, lo que no sé es si fué mala o buena :P.
Es increible como la historia de este gato grande, negro y gordo ha influencia la vida de muchos.
El libro llegó a mis manos por casualidad y realmente me fascinó. La línea clara del actuar de zorbas, su compromiso y dedicación es un ejemplo a seguir. Creo que adopté (o descubrí dentro de mi) algunas de estas características y que llena de orgullo.
Es una terapia el leerlo cada cierto tiempo. Me recuerda que cuando uno se propone metas, es posible alcanzarlas.
Creo que es tiempo de leerlo nuevamente.. Un abrazo!