En estos días ando pensando mucho en la amistad verdadera. No es que no tenga amigos, que si los tengo, y muchos han perdurado a lo largo de los años y han estado siempre presentes, pero a veces creo que el concepto que yo tengo de la amistad es muy particular. Mi concepto de la amistad nunca se detiene en ningún punto, si soy amiga, lo soy en las buenas y en las malas y para mí la amistad siempre ha sido más importante que las cosas materiales.
El problema no es lo que yo piense o como yo soy, sino lo que los demás pueda pensar o como los otros pueda actuar. Y ¿porqué esto constituye un problema? Porque a veces cuando los demás no actúan como yo lo haría, esto me afecta, porque me duele y entonces puede ser que al estar dolida eso me impulse a actuar como el otro y entonces el comportamiento de los demás pueden inducirnos a hacer lo que no queremos o lo que no sentimos.
Encontré unas reflexiones en el libro de Grum que me hicieron pensar en todo esto.
“Soportar en silencio las injurias conduce a la humildad interna” dice Grum. “Por los efectos de nuestro silencio en el prójimo se puede saber si callamos por soberbia o por humildad. Cuando el silencio viene de la humildad, apacigua a la otra persona y sosiega y amansa el propio corazón”
Esta mañana pensé que Dios quiere que esa tristeza, que puede surgir cuando los demás no actuar como yo espero, no me quite la paz y sobre todo que no me impulse a querer devolver mal con mal… Creo que con dignidad uno puede soportar en silencio el daño que alguien quiera hacernos, tal vez inconscientemente, y que ese silencio sea con humildad y no con soberbia.
Al final tengo quince años tratando de tirar para adelante, muchos tropiezos me he encontrado en mi camino, un tropiezo más creo que puedo sobrellevarlo.