Esta mañana leí un pasaje de la biblia. Era la historia de Zaqueo el recaudador de impuestos que quería ver a Jesus, como era pequeño se subió a una higuera y cuando Jesus lo vio pasar lo llamó diciéndole que iba a ir a su casa.
Leyendo la historia pensé un poco que hay ocasiones en la vida en las que uno debería subirse a una Higuera para poder ver el panorama. No he sido muy intrépida en mi vida, nada de aquellas historias de andar subiendo a árboles, pero recuerdo que en la finca de los bisabuelos había un árbol grande con troncos gruesos, enrevesados y dispuestos de una forma que uno podía ir subiendo y colgarse de alguna rama, se que una que otra vez me subí, aunque no lo recuerdo vívidamente hay varias fotos de nosotros disfrutando de esa etapa de la niñez
El subirnos a una rama y poder ver desde arriba nos permite ver el horizonte a la distancia, si vamos en un trayecto permite ver el camino recorrido hasta el momento y poder ver hacia delante el camino que nos espera. Pero en el caso de la vida, es difícil ver el camino que está lejos, como he dicho en muchas ocasiones la vida es tan incierta que uno no sabe lo que ocurrirá mañana, aunque aun no logro corregir esa mala costumbre de planificar mi vida.
Se acerca el fin de año y salí unos días de vacaciones, lejos de la casa, el trabajo y mis rutinas y siento que esto es como subirse una rama y tener la posibilidad de, lejos de mi realidad, ver la vida desde otra perspectiva, ver el camino recorrido, este año que ha resultado un poco cuesta arriba, e intentar ver hacia donde creo que debe ir mi vida. En el horizonte hay varias bifurcaciones, desde lo alto no logro distinguir con certeza cuál debo tomar, sé que solo bajando de esta rama y volviendo al camino me enfrentaré a las diferentes opciones y entonces tendré que decidir. Reconozco que me siento tentada a quedarme sentada en la rama se está tan bien sin necesidad de decidir.
Hoy pido Serenidad para aceptar aquello que no puedo cambiar, Valor para cambiar lo que si puedo y Sabiduría para conocer la diferencia
Muy bueno.
Yo también quisiera a veces encaramarme en el limonero de Don Juan o en la javilla que había al lado de casa, en la que solía pasar horas subido en los veranos junto a Nano o Albertico, y quedarme eternamente allí.
Pero, como dice Silvio:
“El que tenga una canción, tendrá tormenta
El que tenga compañía, soledad
El que siga un buen camino tendrá sillas
Peligrosas que lo inviten a parar
Pero vale la canción buena tormenta
Y la compañía vale soledad
Siempre vale la agonía de la prisa
Aunque se llene de sillas la verdad”
Yo, por mi parte,
lo que he aprendido con el tiempo es que el camino correcto siempre es en el que se está, porque ese es el que uno tomó. Y aunque a veces nos lleve por pasajes difíciles, quizás era exactamente lo que uno necesitaba recorrer en ese momento para aprender algo. Porque al final, cualquier camino no es más que aprendizaje.
Te quiero, siempre.