Escrito #5. La radio… la música


Escrito #5

Algunas veces abriendo los ojos te puedes encontrar con algunas historias en la calle que te llevan hacia recuerdos de otras épocas.  Hace unos días, delante de mí iba un camión del ayuntamiento que llevaba un grupo de hombres uniformados, tenían pinta de esos que barren en las calles. De repente uno que iba sentado sacó no sé de dónde un radio, subió la antena y se puso a escuchar música, me sacó una gran sonrisa. Con esto de los teléfonos inteligentes, en mi caso particular, tengo la música en el móvil y pocas veces recurro a la radio para escucharla. Pero cuando ando con Don Marino, un chofer que usó en algunas ocasiones, él siempre está escuchando música y noticias de la radio. 

La radio de dominicana y los noticieros me parecen atroces, no los soporto, en general son un grupo de personas hablando disparates, u opinando de temas de los que no tienen ningún dominio, y para colmo se matan por hablar unos sobre los otros, no se entiende nada de lo que dicen y al final muchas veces andan divulgando bulos a todo dar. Eso provoca que en pocas ocasiones encienda la radio.

Pero mi mente voló a otros tiempos donde no había aparatos inteligentes y escuchaba radio. Es asombroso que estos  aún sobrevivan: la 91: “Llega a ti donde quiera que estes… Laaaa noventa y uuunnnoo” y su variedad de programas desde las 5 a las 10 de la noche, me encantaba la música que ponían,  en algunas ocasiones en que he atinado a encender la radio, me asombra volver a escuchar tantas canciones viejas, no me habia dado cuenta de eso, hasta que un dia, mi cuñado que vive fuera me lo hizo notar. Tenía también en mi carro una reproductora de cassettes, era lo que se escuchaba en aquellos tiempos. 

Como una anécdota, cuando viaje a Guate a hacer mi maestría, tenia mi toca cassettes portátiles para llevarlo, en la noche mientras arreglaba la maleta, LH me dijo que la metiera en la cartera, no le hice caso y evidentemente la olvidé, fue una de las primeras tristezas de mi viaje: darme cuenta que había dejado la música. Cuando llegué al aeropuerto de Miami, tenía como 8 horas de transito y mientras vagaba llena de pena por las tiendas, encontré una reproductora de cassette y decidí que me la podía comprar, con tan mala suerte que la perdí al llegar a Guate en el aeropuerto, ni siquiera pude estrenarla. Cuando tenía más de un mes en Guate, LH consiguió alguien que iba de visita y me la envió; fue uno de los días más felices de mi vida: cuando recuperé la música.

Me encanta escuchar música, me gusta cantar, no se como vivir sin la música. En alguna época de mi vida soñé con ser cantante. Ahora solo me conformo con escuchar las canciones que me cuentan historias y me hacen reflexionar y cantarlas a toda voz para alegrarme el corazón. 

Imagino que ese señor que se dirige a su trabajo en la cama de un camión también le debe gustar la música por eso en su mochila, junto con sus cosas de trabajo anda con su radito rajaorejas para alegrarse un poco el dia de trabajo.

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