Escrito No. 26…Tal vez


Escrito no. 26

30 de diciembre 2024

Es la noche de un lunes singular, es el penúltimo día del año 2024 y mientras rodaba en mi carro pensaba en otros tiempos en los que el fin de año tenía un sentido y nos lanzábamos a preparar y a celebrar. Mi suegra, que tenía una boutique, me hacía un vestido de noche para la fiesta de año viejo que se celebraba en familia. Nosotros nos reuníamos donde mi abuela materna, cada quien llevaba algo para la cena y los grandes se reunían con antelación para planificar lo que íbamos a cenar: cerdo, pavo, pasteles, catibias, moro, ensaladas rusas un desborde de alimentos que al final era excesivo y después de la cena había que repartir entre las familias. 

Hace un rato, estaba en el supermercado comprando algo para un almuerzo que vamos a hacer mañana mi hermano, mis padres y yo. Hace algunos años que no espero el fin de año, en la pandemia fue la primera vez, pero de ahí en adelante dejé de encontrarle sentido a desvelarme y esperar las 12. Me preguntaba: ¿porque ya no me hace ilusión esperar el fin de año? será que me estoy poniendo vieja… Este año cumplí mis 60, en verdad no me siento vieja, pero si me siento sola y es que creo eso de esperar el año tiene mucho que ver con quien estes compartiendo tu vida. 

La primera vez que amanecí un año nuevo andaba con un grupo de amigos y mi hermano. Se nos ocurrió irnos para la playa de Boca Chica a esperar el amanecer. Allí me recuerdo sentada con mi vestido fancy en la arena, cuando regresamos, todos estaban borrachos, excepto yo, que no tomaba y me tocó manejar, ademas de que andábamos en el carro de mi papá, mi hermano, solidario conmigo aunque también estaba bebido y muerto del sueño, me acompañó despierto todo el camino porque a mi se me cerraban los ojos, llegué airosa a casa como a las 9 de la mañana después de repartir a todos los amigos, aunque no me quedaron muchos deseos de volver a ver el amanecer creo fue un fin de año memorable, fue la navidad del 1987.

Luego tuve un novio. Era la navidad de 1988. Fue la primera vez que tenía a alguien especial, a quien quería y con quien compartir un fin de año. Después de la celebración con la familia habíamos acordado ver el amanecer, pero a él le dio sueño y como a las 3 de la mañana abortamos el plan y cada uno se fue a su casa.

Nos pasamos la vida midiendo la vida con un tiempo que inventamos: años, meses, días, horas, minutos, segundos. Cada fin de año me da por evaluarlo y pensar en los propósitos no cumplidos y  los paso para el próximo año, como si en verdad hubiera diferencias entre ayer y mañana. ¿En verdad creo que mis propósitos de dejar de comer chocolates o bajar de peso se van a materializar mágicamente a partir del 01 de enero a las 12:01 minuto de la noche? ¿quién diablos me asegura que lo que no logré durante un año lo podré hacer el siguiente?… pero pensar así es ver la vida con pesimismo. 

Hoy quiero creer que si, que en el 2025 podré lograr todo aquello en lo que fallé en el 2024, comenzando por escribir, mientras venía en el carro pensaba, que necesito escribir todos los días, sacarme todo lo que tengo en mi cabeza y… terminar mis cuentos, terminar la novela de los gatos, recopilar mis escritos y publicarlos, me decía a mi misma que no quiero que pase un año más sin que mi sueño de escribir cada día se haga realidad. 

Tal vez mañana espere la media noche, me suba en una escalera con 12 uvas y pida un deseo por cada mes del nuevo año, tal vez las cábalas funcionen por una vez y puedan hacer de este nuevo año algo distinto… Tal vez.

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