Estaba de viaje, fui a visitar a mi hijo que está estudiando en España, fue un buen viaje. Hacía casi un año que no lo veía y compartir esos días con él fue maravilloso. Cuando venía en el viaje de vuelta estaba triste y en el avión me senté a escribir esos momentos especiales que viví con él, tenía que escribirlos para no olvidarlos. Uno pensaría que momentos tan especiales nunca se van a olvidar, pero yo sé que la memoria olvida pronto por eso escribo, para no olvidar.
Hace mucho que no iba a misa. Ando un poco enojada con… no sé con que la verdad, si con la iglesia o con la religión, porque sé que no es con Dios. Pero ayer estaba sentada leyendo y pensé que debía ponerme la ropa e ir a misa. La lectura fue reflexiva sobre todo cómo lo enfocó el sacerdote: Jesús decide cruzar a la otra orilla.
Y la vida consiste en eso pasarla cruzando a la otra orilla, en el camino, sobre la barca nos encontraremos con vientos y tempestades que nos asustarán y nos harán dudar de lo que creemos, como le pasó a los discípulos.
Caminamos y vamos de orilla en orilla, en estos días cruce a la orilla de España y viví allí muchas experiencias y tuve momentos para desconectarme de la vida, olvidarme por completo del trabajo, de los problemas de este lado del charco y eso me descongestionó la cabeza. Cruzar a esta orilla fue apacible, placentero.
Pero en otras ocasiones cruzar a la otra orilla no resulta tan alegre. Los problemas del día a día nos abruman, y uno duda y teme que las cosas nunca mejorarán. Pero Dios siempre está en la barca para decirnos como Jesús: «¿Por qué tienen miedo? ¿No tienen fé? Ayer decía el sacerdote, eso es la fé: «Confiar cuando todo va mal» porque la verdad es muy fácil confiar cuando las cosas salen bien.
Hace una semana que estoy aquí, de vuelta a mi realidad, extraño a mi flaco… ya no está gordo, pero vengo con la alegría de que él está haciendo su vida y lo que quiere y a mi me toca volver a la faena del trabajo, pero también recordar que debo sacar tiempo para otras cosas y disfrutar la vida, que al final es muy corta y no sabemos hasta cuando estaremos por aquí.
De orilla en orilla confiando que Dios no nos deja solo en la barca por más tempestades que haya y con la ilusión de que algo nuevo, distinto nos traerá la próxima orilla.
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