Escrito No. 8


Quiero escribir como me siento porque pienso que escribiendo podré sacarme un poco la pena. Estoy triste. Mi enano se fue dos años a España a estudiar, igual que yo en mi momento, subió a un avión y se fue en busca de aventuras, de sus sueños, y me alegro por él, pero nunca pensé que lo extrañaría tanto.

Guillermo tenía 7 años cuando salí embarazada de Fer. Había dicho durante 7 años que no quería tener más hijos, pero estaba embarazada y no había nada que hacer. Durante tres meses estuve llorando y después me preocupé, pensé que el bebé iba a darse cuenta de que yo estaba llorando, así que hice las paces con mi realidad y pasé los restantes meses aceptándolo.

Llegó un 20 de octubre a las 8:00 de la mañana, sin darme cuenta, era un bebé hermoso, la tía Yosy decía que parecía un bebe Gerber. Fue tranquilo contra todo pronóstico, y cuando fue creciendo se convirtió en un chico lleno de ocurrencias, salidas inesperadas, agudezas que me dejaban con la boca abierta. Inteligente pero un indisciplinado, y así pasamos de la niñez a la adolescencia complicada, se volvió un joven contestatario, gruñón y lleno de sueños y creatividad, cariñoso, critico, consciente y solidario con las realidades y problemas de la sociedad, el medio ambiente, la inmigración y las desigualdades.

El día que Guille se fue a Francia comprendí para qué había llegado a mi vida, me acompañó durante esos casi dos años tan difíciles en los cuales me habría quedado sola completamente. Luego fue mi compañero de infortunios durante la pandemia y sus últimos años en casa ha sido mi compañero de café y conversaciones. Todavía voy a la cocina y creo que me lo encontraré ahí diciéndome: «Ma… ¿un café?… claro gordo! «

En estas últimas tres semanas traté de atesorar cada momento compartido con él, pero en un arranque de sinceridad y sabiduría me dijo: «Ma… tienes que entender que mi momento de vivir contigo se termina ahora, cuando termine la maestría tendré 25 años y será el momento de comenzar a vivir mi vida, probablemente ya no regrese más contigo»

Y lo sé, y también sé que es la ley de la vida, que yo también me fui de casa en mi momento, que él va a estar bien y que yo después de aceptar mi nueva realidad también voy a estar bien… pero hoy un sábado en la tarde… sola en casa, recordando que hace apenas una semana en que compartía con él y pasamos el dia haciendo diligencias, estoy triste y lo extraño mucho.

Como siempre, solo pido a Dios que me de fortalezas para aceptar aquello que no puedo cambiar, que lo cuide en lo que se pueda, que él sea feliz y que sus sueños se vayan convirtiendo en realidad uno por uno. Te quiero gordo y te extraño. 

Un comentario en “Escrito No. 8

  1. Creaste y educaste a un buen hombre y tu fe en que Dios lo proteja es como un seguro compartido para ambos.
    Te felicito un abrazo.

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